Ayer fui a correr. A mover el culo. Las grasas. Ya me entendéis. Y fue mucho mejor de lo esperado la verdad. Puede que el “pre-entrenamiento” de julio en el gimnasio me hubiera ayudado, sin olvidarme del entusiasmo, que también ayuda lo suyo.
Lo de hoy ya ha sido otro cantar. Me duele todo, hasta el habla. Obviamente estoy exagerando, pero me duelen las piernas. Y tengo intención de seguir con esta “rutina”. Hasta que dure. Pero es uno de mis propósitos de este otoño. Y por eso digo otoño, porque, de tú a tú, es un coñazo.
Otro de los propósitos es no picar entre horas. Soy golosa. No lo puedo evitar. Y esto es horrible. Horrible porque tengo hambre a todas horas, y horrible porque esto engorda. ¡Así no hay quien se cuide! Así que, reuniré fuerzas para decir No al dulce. (Confieso que tengo mis dudas, pero todo sea por intentarlo)
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